domingo, 23 de octubre de 2011

Howard Gardner: "Nunca volveremos a tener un Da Vinci"

Howard Gardner
Psicólogo norteamericano, profesor de Psicología en Harvard y de Neurología en la Universidad de Boston, y doctor honoris causa en más de veinte universidades. Reciente "Principe de Asturias de Ciencias Sociales 2011."

EDUARDO GARCÍA / OVIEDO


La teoría de las Inteligencias Múltiples (1983) de Howard Gardner fue revolucionaria. “La vida no es justa. Unos mucho y otros muy poco”, sostiene Gardner preguntado por si se puede ser bueno en los ocho tipos de inteligencia que, según él, conforman la personalidad humana

–Muchos de los universitarios españoles no saben en qué año acabó la II Guerra Mundial o quién escribió “Otelo”. ¿Le pasa a usted con sus estudiantes de Harvard?

–Desconocer esas cosas no es, creo yo, el problema. Se supone que las generaciones actuales desconocen cosas que nosotros sabemos, quién fue tal rey o quién ganó una medalla de oro en unas determinadas Olimpiadas. Pero la realidad ha cambiado. Si quiero una referencia, un dato, me lo buscó en este móvil que tengo en la mano y asunto resuelto. Yo creo que es una pérdida de tiempo proporcionar a nuestros estudiantes un determinado tipo conocimiento que pueden encontrar fácilmente por otros medios. Hay retos más importantes en el mundo de la educación.

–¿Por ejemplo?

–Hay que infundir curiosidad, que no es lo mismo que aportar datos y datos. La curiosidad por saber y conocer más sobre Abraham Lincoln o sobre Francisco Franco. Y sobre todo darles herramientas para aprender el método adecuado para descubrir y obtener información. Conociendo el método nos acercamos a la verdad.

–¿Tiene, a su juicio, sentido separar a estudiantes para lograr grupos de excelencia como están haciendo algunas comunidades autónomas españolas?

–Tiene sentido en algunas cosas. Es más, para algún tipo de actividades la separación es probablemente lo más sensato que se puede hacer. Llegan los 14 años y nos encontramos con un grupo en clase capaz de hacer operaciones más o menos complejas de cálculo, y otro grupo que no puede multiplicar. Es una situación frustrante para todos. Pero la separación como norma general me parece injusta. Aquí entra en juego el papel del profesor, que debería convertirse más bien en una especie de director de orquesta. En ocasiones hay que dirigir a todo el grupo al unísono, pero en otras ocasiones hay que centrarse sólo en el solista. Esta pregunta podría contestársela mejor que yo Riccardo Muti.

–Tenemos en España una clase docente poco valorada por la sociedad y dramáticamente “quemada”. ¿No es una bomba de relojería para el futuro de un país?

–No es un problema exclusivamente español. Ocurre en Estados Unidos y en Reino Unido, entre otros países. El respeto es algo que no se puede pedir, sino que debe ser ganado. El niño ve clara la diferencia entre el profesor que reclama ser respetado sin ninguna otra razón y el que es capaz de ganárselo sin necesidad de pedirlo. El gran problema no está tanto en el aula como en la sociedad, porque el niño también ve cómo el resto de la sociedad trata a los profesores. Y si la sociedad no valora a sus profesores, los niños tampoco lo van a hacer en clase.

–¿Dónde buscar respuestas?

–En Asia y Escandinavia. Echemos un vistazo a los sistemas educativos de Singapur o de Finlandia para aprender cosas. Menciono a dos países donde el respeto a la profesión docente es muy alto, y con buenos resultados académicos.

–¿El sistema numérico de puntuación en las calificaciones académicas es el idóneo?


–Más que el asunto de las notas lo que realmente es importante para el estudiante es que siempre reciba comentarios sobre cómo mejorar. Todo el mundo entiende lo que es un buen rendimiento escolar, un rendimiento mediocre o un rendimiento pobre. Pero poner notas no lo es todo. Hay que conocer y profundizar en las individualidades, y que el alumno sienta que cuenta con el suficiente apoyo. El apoyo justo, nunca demasiado.

–¿Cómo transmitir valores?

–Yo puedo hablar como padre y ahora ¡como abuelo! Como seres humanos es clave ser conscientes de nuestras deficiencias, tener el valor de confesarlas y estar abierto a la mejora. Siempre he intentado mejorar. El objetivo es ser un buen trabajador, un buen ciudadano y en definitiva una buena persona.

–Usted es el padre de la teoría de las Inteligencias Múltiples. Ocho inteligencias que conforman la personalidad. ¿Se puede ser muy bueno en todas? ¿Es posible ser muy malo en todas?

–Digamos que muchos son muy buenos en muchas. Y recordemos que la vida no es justa. Unos mucho y otros muy poco. Así es. Pero tengo muy claro que la Humanidad nunca más va a disfrutar de un nuevo Leonardo da Vinci, entre otras cosas, porque el conocimiento está hoy muy especializado.

–Un drama.

–Bueno, quizás el próximo Leonardo va a ser un superordenador.

–Pues salimos perdiendo.

–Lo sé. El genio universal es ya un sueño imposible. No disfrutaremos de otro Leonardo, pero Steve Jobs no lo ha hecho nada mal.



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